miércoles, 23 de septiembre de 2020

Etnias: Mundari





En febrero de 2017 visité Sudán del Sur, el estado más joven del planeta. Febrero es el último mes de la temporada seca y el ideal para visitar este país cuya infraestructura vial es calamitosa y las lluvias la tornan impracticable en muchos tramos y momento en que es bajo el riesgo de contraer malaria.

Una tortuosa historia lo llevó a su independencia en 2011 y una de similar complejidad lo acompaña desde entonces.
Se puede suponer la realidad que uno va a encontrar por información a distancia o por comparación con lugares cercanos pero la única manera es ser de las muy pocas personas que han puesto sus dos pies en su superficie, caminado y visto el lugar de primera mano. Siento como un privilegio contarme entre ellos.

Diezmado por décadas de guerra civil suma hoy día a su infortunio una crisis alimentaria que ha aniquilado cientos de miles de sus habitantes.
A pesar del dolor y peligros que flotan en su atmósfera este "corazón perdido de África" es un territorio hermoso, increíble y seductor. Este viaje fue pergeñado como de prospección antropológica
por mi amigo Joan Riera, un antropólogo catalán de una experiencia en África poco comparable.


Parte del trayecto planeado tuvo que ser modificado ya que la ruta Juba-Torit-Kapoeta que debíamos utilizar atravesaba territorios con conflictos armados activos.

Las etnias con las que pudimos interactuar fueron los mundari, los jie, los kachipo o suri y los murle.
En esta oportunidad me explayaré sobre los mundari.





Al aeropuerto de Juba, la capital, no arriban vuelos de Europa o América. Sólo lo hacen unas pocas empresas de países limítrofes y Flydubai, una aerolínea low cost de Emiratos Árabes que es la que utilicé.


En la pista abundan aviones y helicópteros de color blanco de la ONU, WFP (World Food Programme) y ONGs como Oxfam con los que se procura paliar las necesidades alimentarias.


Un acontecimiento imprevisto demoró a Joan en Barcelona por lo que los primeros nueve días los pasé solo con Henri, un chofer ugandés que, como yo, poco sabía de cómo adecuarse al escenario de guerra que planteaba Sudán del Sur.


Al día siguiente de mi arribo partí hacia el norte para convivir con los mundari en el "cattle camp" (campamento de ganado) de Mayong. En el camino recogimos a Martin, un mundari escolarizado que me ofició de intérprete. Rengueaba como secuela de graves heridas de metralla en una de sus piernas. No me pareció confiable.




Tras acampar la primera noche en la costa occidental del río Nilo Blanco
crucé en un precario bote
hacia la isla donde se asienta este grupo mundari.







         


                                                       




Tras desembarcar caminamos
unos centenares de metros entre
pajonales hasta llegar al cattle
camp de Mayong.













Entre las vacas nos acercamos a un
grupo de hombres sentados en círculo.
Ante una seña de mi intérprete me
senté fuera del círculo que formaban
los Señores del Arpón, sin duda
ostentaban alguna jerarquía y poder
de decisión, mientras Martin
explicaba la razón de mi presencia.
Tras más de una hora de deliberación, la experiencia de tantos viajes por África negra me dejó en claro que este tipo de "trámites" se prolongan más de lo que creemos necesario, me nombraron hermano y me
dieron libertad de acción.

Gran parte de las casi mil reses habían ya salido hacia los resecos campos de pastoreo acompañados por  jóvenes. Poco a poco comenzaron las actividades matinales a un ritmo pausado.

Algunos remoloneaban abrigados a pesar de que por las noches la temperatura no baja de los 25°C.




Unos duermen sobre unas camas
elevadas,














otros sobre cueros

y los niños sobre las cenizas junto a los montículos de bosta que arden mansamente dando calor y
generando un humo denso que mantiene alejados a los mosquitos.





Los mundari son un pueblo nilótico de ganaderos y agricultores de subsistencia, cazan poco y son


buenos pescadores con
arpones y redes de
armazón cónica lo
que les permite ser
autosuficientes
en alimentación.








 
El ganado es su capital más preciado y la vida gira en su derredor.
Dependen de su cuero, su carne, su leche y hasta de su estiércol y orina.


Es una sociedad relativamente igualitaria que carece de clases sociales. Cada comunidad elije un líder.
Se estructuran por clanes y linajes.

Hombres  mujeres se escarifican la
frente y el abdomen y utilizan
brazaletes de marfil de delicada factura.













Las mujeres se rasuran el cabello y las cejas y visten unas telas desde la cintura. Son las encargadas junto con los niños de ordeñar y procesar la leche la que se consume como tal o en forma de manteca y queso.


Los hombres usan collares y cruzan una tela en bandolera desde su hombro derecho cubriendo
sin demasiado esmero sus genitales.


Su orgullo es su ganado al que atienden con dedicación friccionándolo con cenizas siendo este el momento en que logran entrar en contacto con los espíritus, moldean sus cuernos y les colocan borlas en las puntas.













domingo, 14 de junio de 2020

Lugares y Creencias: Yazd y el fuego de Zaratustra





Visité Yazd, Irán, en el año 2009 dentro de un viaje a Cercano Oriente y Asia Central.

Me acompañó en todo mi viaje por el país Alireza Javaheri, posiblemente el mejor guía hispanoparlante de Irán, en ese entonces de 31 años. Informado e intuitivo, sabe reconocer a un turista de un viajero.

Me acerqué a Yazd tras partir de Persépolis y Pasargad con rumbo noreste. A medio camino transitando un desierto salado con remolinos de arena














arribé a Abarkuh, pequeña ciudad de arquitectura adaptada a los rigores del clima.






Resalta el depósito de hielo,
extraña construcción cónica y escalonada, en la que por una reducida abertura se introducía el hielo transportado desde las montañas.















Una vez colmado se cerraba herméticamente y la conservación duraba gran parte del año.





Otra curiosidad de esta población es el Ciprés de Abarkuh en medio de un parque. Un fenómeno de la naturaleza: de 35 metros de altura, su tronco alcanza 4,5 metros de diámetro y su edad se calcula en 4000 años.
















Es punto de reunión de los lugareños.
















Una vez en Yazd me hospedé
en un hotel muy tradicional en todo













salvo por un par de desconcertantes guacamayos en la recepción.



Habitaciones amplias y un jardín con fuentes.















Al rato salí a caminar por las calles.

Yazd es una de las ciudades más antiguas y de mayor importancia histórica de Irán.
Ubicada en el centro geográfico del país en un oasis en el encuentro de los desiertos de Dasht-e Kavir y Dasht-e Lut a 1200 msnm, es uno de sus puntos de interés imperdibles.




Con clima muy seco y extrema amplitud térmica anual, 40°C y -20°C, es llamada la "novia del Kavir", tal vez por haber conquistado el desierto con su belleza y frescura.





La adaptación arquitectónica a las exigencias de esta localización hizo de Yazd en sus 3000 años de existencia una ciudad de fisonomía única. En sus alrededores se puede encontrar edificios de la religión zoroastriana, en especial las llamadas Torres del Silencio, en las que practican sus ritos fúnebres.








Algunas de estas particularidades son más que evidentes como los badgirs, las torres de viento, y



otras como los qanats, los acueductos,
no las son. 

Badgirs y qanats forman unas unidades funcionales sin las cuales Yazd no sería Yazd...ni Irán sería Irán sin sus 272.000 kilómetros de qanats.
Este invento iraní consiste en detectar depósitos de agua subterránea proveniente de las escasas lluvias y los deshielos y canalizarlos por ductos cubiertos para evitar la evaporación, a zonas áridas.
El qanat más largo encontrado se ubica en el norte del país y tiene 70 kilómetros.

 

Tras la conquista árabe de Persia, muchos zoroastrianos emigraron de las provincias vecinas a Yazd. La ciudad se mantuvo zoroastriana pagando tributo, aunque gradualmente el islam se fue imponiendo en  ella.
Debido a su ubicación apartada y de difícil acceso, Yazd se mantuvo a salvo de muchas batallas, destrucción y saqueos de guerra. Fue refugio para aquellos que escapaban de la invasión mongola de Gengis Khan a Persia.
En 1272 la visitó Marco Polo que comentó en su libro las bondades de su industria textil de la seda y su deslumbramiento por los yazdi, espléndidos tejidos de seda bordados con hilo de oro que aún hoy vi como producto característico de la ciudad.

Vuelvo a las calles.

Una procesión multitudinaria
las colmaba colmaba en un día de luto para los chiítas.



Al final de una avenida Qiyam con jardines y espejos de agua impactaba la figura del Complejo Amir Chakhmaq.
Resplandecía su imponente fachada con un iwan de dos niveles y tres cuerpos flanqueado por dos esbeltos minaretes. Me sorprendí al atravesar la entrada, ya que desemboqué en un bazar en vez de una mezquita.









Subí al segundo nivel y me extasié con las vistas de badgirs, cúpulas,



 la Mezquita del Viernes


y los ingeniosos
sistemas de ventilación en los techos.















Caía la tarde y tuve que apurar el paso para llegar a las afueras donde están las Torres del Silencio a las que los zoroastrianos llaman dakhmeh (cementerio).
Son dos torres de planta circular que se alzan en sendas colinas que sirvieron por centurias y hasta muy entrado el siglo XX, cuando fueron prohibidos en Irán por motivos sanitarios, como lugares de inhumación.
En la llanura al pie de las colinas se encuentran
varias construcciones de adobe que servían
para realizar las ceremonias previas al
"entierro aéreo".




































Trepé hasta la cima de la torre oriental













donde hay una fosa circular a la que se arrojaban los huesos de los cadáveres
descarnados por los buitres
y posteriormente
cubiertos con cal viva.




Los parsis, comunidad zoroástrica establecida en el oeste de India desde el siglo VII cuando huyeron del avance del islam, siguen con los entierros aéreos pero se encuentran con una drástica disminución de la población de buitres
a causa del diclofenaco, un antiinflamatorio no esteroide de frecuente uso en medicina humana y veterinaria, presente en los cadáveres que tiene un efecto letal sobre estas aves carroñeras.



Me sumé al estado de contemplación de la caída
del sol de dos devotos. La energía del creador es representada en el zoroastrismo por fuego y el sol; duraderos, radiantes, puros y sostenedores de la vida.
Los zoroastrianos normalmente rezan frente a una forma de fuego o una fuente de luz.
No se adora el fuego, sino que este es un símbolo de la divinidad.


Freddy Mercury profesaba el zoroastrismo.






Casi de noche emprendí el regreso a la ciudad.
Al entrar al hotel vi un puñado de banderas entre
las que encontré inesperadamente la de Argentina.










Los jardines del hotel lucían muy diferente de noche.

Una joven estaba sentada pensativa. Su pañuelo
no le cubría todo el cabello.
En el momento en que estuve en Irán estaban en
época preelectoral. Desde 2005 Mahmud
Ahmadineyad era el presidente y pretendía su
reelección. Su opositor era Mir Hossein Moussaví
del Movimiento Verde. La juventud,
particularmente las mujeres, usaban alguna prenda
de color verde y descubrían parte de su cabellera
para mostrar sus preferencias políticas y su
rebeldía a los controles estrictos de gobierno y
clero.
Bajo la sombra de un fraude Ahmadineyad continuó en el poder.

Un nuevo día en Yazd.

La primera visita fue a un primitivo molino de
henna. En realidad lo que se muele son las hojas secas de un arbusto, Lawsonia alba, luego se produce un tinte marrón oscuro que se utiliza desde la Edad de Bronce para teñir el cabello, las lanas, la seda y los cueros.








Llamativos son los "tatuajes de henna" que en realidad no lo son. Son pinturas que hacen sobre la piel sin penetrarla y que duran unos días. Los he visto en India,Yemen y norte de África.

El ruido de la piedra que rueda es
ensordecedor y
el aire irrespirable.




Tosiendo y empolvado me encaminé al
Templo de Atashkadeh, "Casa del Fuego".
Es el centro zoroastriano más importante de Irán.
Construido en 1934 alberga desde entonces el fuego sagrado que arde ininterrumpidamente hace más de 1500 años. Ardió inicialmente en el Templo de Pars Atashkarian y tras varias transferencias se estableció desde 1174 en Yazd.








                                                                            En la fachada se observa el símbolo
Fravahar, figura alada símbolo del dios Ahura Mazda, el   mismo que días anteriores había visto en Persépolis.

                             
                                                                                         



El desfile de devotos es incesante y la actitud
es de profundo recogimiento.



Me encaminé hacia la Ciudad Viejo no sin antes visitar la Mezquita del Viernes, Masjed- ed Jame,
cuyo pórtico de entrada es el más alto y esbelto de Irán, sus dos elegantes minaretes también son los de mayor altura en el país.





















El mihrab y la decoración de la sala
de oración son de 1365. Todo de una
exquisitez asombrosa.

Detrás del mihrab hay un par de inusuales puertas que parecen no llevar a parte alguna.










La voz del imam sonaba serena y
convincente y sus manos se movían
con sencillez, naturalidad y falta de artificios.




















Los oyentes parecían tener distintos
grados de interés en el discurso.
Algunos casi ausentes, tal vez esperando que les alcanzaran
el té que preparaban un par de asistentes.































Junto a la mezquita está el Mausoleo
de Seyyed Rokn
od-Din,constructor
de la misma. Es el único
remanente de un complejo
arquitectónico que englobaba una
biblioteca,una escuela teológica y un
observatorio astronómico.
La cúpula es una de las más bellas
de Irán.






Ambas construcciones lindan con la Ciudad Vieja, Patrimonio Cultural de Yazd.











Caminar por sus calles estrechas
y sombreadas es tomarse una tregua del calor reinante.














                                                                     
Puertas antiquísimas me separaban de
un mundo cotidiano difícil de imaginar.














































Sorpresivamente me encontré con un grupo
de mujeres y un niño sentados en la calle
tomando té.














Poco es lo que demoré en integrarme.
Todo se redujo a un intercambio
de sonrisas compartiendo el té.












Cada par de centenares de metros las calles desembocan en espacios abiertos, casi siempre tan desiertos como ellas.
Uno de esos espacios es la plaza Fahadan donde se encuentran la Prisión de Alejandro y el Mausoleo de los 12 Imanes.



Cuando Alejandro Magno pasó por Yazd
construyó una cárcel alrededor del año
330 aC. Este edificio es de 1233 dC así
que poco o nada tiene que ver con la obra
del caudillo macedonio. En el interior no
hay nada remarcable. El exterior nos
muestra una estructura hexagonal
decorada con azulejos color turquesa y
una cúpula sin decoración.





El mausoleo es pequeño y prácticamente
vacío. Es del año 1036. Hay inscripciones
en caligrafía cúfica con los nombres de
los 12 imames.









Me tomé un respiro del agobio del calor
y la sequedad ambiente entrando a una
casa de té.
Edificada bajo el nivel de la calle la
diferencia de temperatura era notable.


                                                                 
                                                             
Decorada muy tradicionalmente en un par de niveles con sillones muy cómodos.












En el inferior circulaba agua fría
traída por un qanat que generaba
un ambiente inimaginable un
rato antes deambulando por

las calles.

Nuevamente en camino muy repuesto comencé a buscar como salir de Ciudad Vieja.




















En la primera plaza encontré un naghl,
extraña y antigua armadura de madera de
más de 8 metros de altura y con forma de
arco iraní. Representa la tumba de Husein,
el tercer imam del chiísmo y nieto de
Mahoma.
En el muharram, primer mes del
calendario islámico en el que está prohibido
luchar, la estructura se cubre con lienzos de
color negro, espejos e imágenes de leones
para conmemorar la matanza de su líder.


No quise abandonar la Ciudad Vieja sin antes
subir al techo de alguna casa para tener una vista
panorámica.

















La última visita que realicé en Yazd fue
a los Jardines de Dowlat Abad.
Es uno de los nueve "jardines persas"
que son Patrimonio de la Humanidad.
Es uno de los jardines más antiguos de Yazd
y su superficie es de unos 40.000 metros cuadrados.
Una gran piscina con fuentes con aceras a su lado oficia de acceso.


El edificio principal es el vestíbulo, llamado
Hashti. Tiene forma octogonal y sobre él se
levanta el badgir más alto del mundo con sus
34 metros de altura.










Tras atravesar sus fabulosas puertas
labradas se accede a una sala con una
piscina octogonal de mármol





















justo debajo del badgir, también octogonal.
Comencé a sentir una corriente de aire fresco
que generaba el mismo. Miré hacia arriba y
aprecié el colosal conducto.











Las salas destinadas a los reyes lucen deslumbrantes
vitrales,












ventanas afiligranadas



y una cúpula.

Todo ambientaba mágicamente el espacio con luz y color.











Abandoné Yazd con rumbo noroeste para dirigirme a Chak Chak, uno de los templos de fuego más importantes de Irán.






Tras recorrer 45 km arribé a Meybod cuyo urbanismo mantiene las estructuras de las ciudades del desierto casi en su totalidad de adobe y con gran cantidad de torres de ventilación de una sola cara, un diseño diferente al de las de Yazd.



Domina la ciudad el castillo fortificado de Narim Ghal´eh, construido en épocas preislámicas y hoy bastante deteriorado.





La fortaleza goza de un sistema defensivo completo con sótanos, foso, parapeto,











restos de dos recintos de muralla










                                               



y torres de vigía trabajadas
con ladrillos formando

rombos, flechas y otros
dibujos geométricos.






Dentro de la ciudad está el Complejo Sha Abbasi que agrupa un gran caravasar, una cisterna de



agua y dos edificios que antiguamente sirvieron como postas de correo.
                                                                 

Una parte del caravasar se ha convertido en restaurante
tradicional y otra en  
Museo de las Alfombras.










Resultó muy interesante ver
como se tejen las alfombras
en un telar vertical que
obliga al artesano a hacerlo
de pie.










                                                             


A corta distancia encontré un antiguo palomar reconstruido
en el que se respiraba una
extraña atmósfera dada
por gran cantidad de palomas
embalsamadas en sus nichos.













Continué mi camino adentrándome en
un desierto que los iraníes llaman
Tierra de la Nada







para llegar a Chak Chak.
Encaramado en un acantilado está
Pir Sasbz, Templo del Fuego, el
más sagrado de los de montaña
para los zoroastrianos.




Es lugar de peregrinación y  todos los años en el mes de junio acuden miles provenientes de todo Irán e India.
Me cuesta imaginar cómo organizan a la multitud ya que tanto el templo como las instalaciones son de proporciones modestas.

La tradición dice que en cuanto
un peregrino ve el templo debe
descender de su cabalgadura o
vehículo y continuar a pie.
Tuve que subir por una larga y
empinada escalera que cuenta
en sus descansos con espacios
para el refrigerio de los
peregrinos.















Una vez frente a la magnífica  puerta de bronce
se acercó el custodio para abrir la cerradura y permitirme el acceso






Debí descalzarme y cubrirme la cabeza con
una gorra blanca tradicional. Las mujeres
deben hacerlo con un pañuelo y no acceder
si están menstruando.
Como estaba solo me quedó la duda de cuál
era la forma de corroborarlo.
El templo es una gruta artificial recubierta de mármol y ennegrecida por el humo.






Al fondo en un nicho hay una estructura
metálica de extraño diseño sobre una base
hexagonal con tres pabilos eternamente
encendidos.
En el centro hay un altar también metálico
con forma de flor rematado con una copa
donde queman incienso






En una repisa lateral hay un cuadro con la
imagen de Zaratustra bajo la representación
de Ahura Mazda y en una pared otra








donde se aprecia con detalle que tanto las alas
como la cola están divididas en tres bandas.
Las de las alas simbolizan los preceptos básicos
de esta religión: buenos pensamientos, buenas
obras, buenas palabras. Las de la cola y hacia
abajo los malos pensamientos, las malas obras
y las malas palabras. Tiene sentido.

Ahura Mazda puede aparecer mirando a izquierda o derecha demostrando que todo lo ve.
La mano extendida significa que hay que esforzarse siempre por mejorar, el anillo en la otra mano significa fidelidad y lealtad.


Chak Chak quiere decir "gota gota", nombre muy apropiado ya que en el interior de la gruta un manantial genera un goteo que mantiene el ambiente sorprendentemente húmedo.










Zoroastrismo o mazdeísmo es el nombre de la religión y filosofía originadas entre el II y I milenio a.C., practicadas por tribus del Turquestan occidental y basadas en las enseñanzas alrededor del 1200-1300 aC del profeta y reformador iraní Zoroastro, nombre helenizado de Zaratustra, que reconocen como divinidad a Ahura Mazda, considerado como el único creador increado de todo.
El zoroastrismo originario y la religión india tenían un dios en común llamado Mitra por los indios y Mithra por los iranios, el Dios Sol.
Los zoroástricos fueron desestimando el culto de Mithra dando relevancia al de su padre, Ahura Mazda.
Los magos, una de las seis tribus de Media y la que se ocupaba de las prácticas religiosas y funerarias se convirtió al zoroastrismo y como casta sacerdotal pasó a conformar su clero.
Los más tarde llamados Reyes Magos, personajes llegados de Oriente y mencionados en la Biblia eran magos en el sentido original del término, esto es, sacerdotes persas.
Otro culto en común era el de sauma, soma para los indios y hauma para los iranios. La palabra designaba una planta, la efedra, que se utilizaba para preparar una bebida alucinógena. Se la ofrecían a sus dioses en los sacrificios pensando que les permitía a estos coservar su inmortalidad. Los participantes la bebían accediendo fugazmente a la inmortalidad.
Durante su vida, Zaratustra se opuso a las religiones politeístas imperantes en esta región de Asia con altibajos en sus logros hasta que después de su muerte se transformó en la religión oficial de los aqueménidas (año 550 aC), lapso en el que desarrolló los conceptos abstractos de cielo, infierno, juicio personal y juicio final, y perduró como tal hasta la caída del imperio sasánida tras la derrota ante el primer califato islámico (año 651 dC).
Los zoroastristas fueron incluidos y respetados como Gente de Libro, nombre con el que en el Islam se designa a los creyentes de las religiones abrahámicas o monoteístas, que según el Corán merecen mayor respeto que los idólatras o los politeístas.
En Persia el movimiento hacia el islam fue lento ya que la Ley Islámica no desea ni permite la conversión de las masas y muchos zoroastristas marcharon a las inmediaciones deYazd y otros a la India donde se les denomina parsis.
El zoroastrismo, considerado como la primera religión monoteísta aunque en un marco dualista, fue la de la Armenia precristiana e influyó en el budismo con el simbolismo de la luz y dejó su huella en el judaísmo y a través de él en el cristianismo con su creencia en la inmortalidad del alma, el juicio final y la resurrección y con las semejanzas como las figuras de Satanás, similar a Ahriman el enemigo y hermano gemelo de Ahura Mazda (Dios), y el Mesías, un salvador universal similar al Saoshyant persa.
Los zoroastristas veneran el fuego eterno,




símbolo concreto de la luz y aspecto de Ahura Mazda, el creador de todo que no puede ser visto, el Eterno, el Puro y la Única Verdad.







Zaratustra predicaba un dualismo basado en la batalla entre el Bien y el Mal, la Luz y las Tinieblas.
Su principio es que existe un espíritu bueno (Ahura Mazda) y uno malvado (Ahriman) opuestos representando el día y la noche, la vida y la muerte.
Estos espíritus coexisten en cada uno de los seres vivientes. Las personas son libres y seres responsables. La predestinación no es aceptada y se pone énfasis en la elección moral de la vida como lucha para acercarse o alejarse del bien.
La moral zoroastrista se resume en la frase buenos pensamientos, buenas palabras, buenos actos.
Esperan al salvador Saoshyant, cuando llegue el final de los tiempos se producirá la resurrección de todos los muertos. Las almas deberán cruzar un puente (Chivat), y serán juzgadas por sus pensamientos, palabras y actos. Este juicio no es final ya que cuando el mal es eliminado, todas las almas se reúnen. La salvación es universal.