martes, 20 de julio de 2010

De viaje: India Noroccidental

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Esta sección está dirigida a mis afectos y amistades que se interesan por el viaje en curso y mis impresiones. Dadas las inciertas posibilidades de contar con los medios para mantenerla actualizada puede que la misma adolezca de imperfecciones y lapsos de desinformación.
Este viaje se extenderá desde el día 27 de julio al 5 de septiembre.
La primera etapa se desarrollará en Cataluña donde visitaré a mis tres hijos. A continuación volaré a Paris para encontrarme con Mario, mi compañero de viaje y seguir a Delhi.
Durante un mes recorreremos los estados noroccidentales de Ladakh, Jammu y Cachemira, Haryana y Punjab y Rajasthan.
Inserto un par mapas con el itinerario tentativo ya que como se trata de una región con conflictos puede que haya que modicar tramos sobre la marcha. Hoy mismo me ha llegado la información de uno entre militantes indios y paquistaníes en Srinagar de suficiente gravedad como para hacer desaconsejable visitar esa zona. Espero que para la época que pretendemos recorrerla decrezca el riesgo.









Miércoles 28 de julio

Esta mañana llegué a Barcelona después de un viaje que en otras oportunidades no me había resultado tan cansador.
Me esperaba en el aeropuerto Alan, mi hijo mayor. Tras acomodarme en el hotel Silver fuimos a almorzar juntos.
Por la tarde vinieron Eric, el menor, y su novia. Tomamos unos mates con palmeritas como para que se minimice el cambio.
Mañana comenzaré a recorrer esta ciudad que está invadida por turistas. Se escucha hablar en infinidad de idiomas pero todos estamos transpirando en la misma lengua. La lengua afuera.

Martes 3 de agosto

Después de varios días de silencio trataré de actualizar noticias.
Dentro de las muchas actividades que realicé con mis hijos y nueras elegiré una, la visita a la Casa Battló.
Es un famoso edificio diseñado hace más de un siglo por el arquitecto catalán Antoni Gaudi.
La fachada muestra extrañas formas y colores que hacen que cada observador la vea e interprete a su manera.




Ya en el interior se percibe la visión futurista
y la inspiración en la naturaleza de la obra.
Maderas finamente trabajadas,



















cerámicas coloreadas, vidrios transparentes traslúcidos y distorsionantes





y hierros de expresivas contorsiones son los elementos que sustentan esta maravilla del diseño.
Se accede a un patio posterior desde el que se puede tomar conciencia de que gran parte del edificio está actualmente habitado.




Rematan la visita las espectaculares vistas de la ciudad desde la terraza superior que compiten con los llamativos detalles arquitectónicos que buscan plenos de brillo y color el cielo.
Cada visita que hago a esta casa agrega alguna sorpresa pero la diferencia en esta ocasaión fue observar la fascinación en los rostros de Eric y su novia Natalia que aún no habían tenido la oportunidad de conocerla.

El otro suceso que marcó estos días fue un viaje a Mallorca respondiendo a una invitación de mi amiga Pilar a la que conocí en un vuelo a Amman, Jordania, el año pasado.
Me hizo conocer el casco antiguo de Palma y su particular arquitectura



y el impactante interior de la catedral con un baldaquino diseñado por Gaudi y un ambiente indescriptible dado por los multicolores rayos de luz solar que atravesaban los vitrales.




















Tras disfrutar de un helado y ensaimadas tradicionales tomamos el camino hacia Cala Llamp, no el corto y rápido sino uno de montaña, estrecho y sinuoso y con vistas increíbles, entre ellas la del poblado de Valldemossa.







Llegamos tras un par de horas a la casa frente a un mar azul-turquesa.




Conocí a Nekane, la hija de Pilar, a Charly, su pareja y un par de amigas, Marichús y Toña, todas simpatiquísimas personas con las que compartí una entretenida cena acompañada por un Cabernet Sauvignon Terrazas que llevé desde Argentina y que cautivó a todos.
Varias veces fuimos a nadar y a hacer snorkeling.



El saldo de esta visita fue altamente positivo. Conocí un lugar de una belleza de postal, distinta a la de los destinos que habitualmente elijo para mis viajes y fortalecí una amistad con Pilar que se había basado en un intenso intercambio de e-mails y que no defraudó a ninguna de las partes, más aún desde mi perspectiva superó lo esperado que ya era mucho y bueno.

El jueves muy temprano parto hacia París para encontrarme con Mario. Ya está decidido un cambio en el itinerario esquivando la región de Srinagar donde se ha impuesto el toque de queda y donde puede surgir un conflicto en cualquier momento.

Viernes 6 de agosto

Estamos varados en Delhi ya que esta mañana se canceló el vuelo a Leh por las lluvias torrenciales y aludes. La pista del aeropuerto se inundó y hubo muchos muertos en las aldeas.
Trataremos de invertir el sentido del recorrido para dar tiempo a que mejoren las condiciones en Ladakh.
Si ven algo en los noticieros no se preocupen. Estamos bien. En cuanto pueda comento como sigue el viaje.


Domingo 8 de agosto


Efectivamente invertimos el sentido del recorrido y le hemos hecho un par de modificaciones importantes, casi dolorosas. Aquel conflicto entre pakistaníes e indios sigue complicándose y esa zona quedó descartada antes de volar desde París. El 6/8 debíamos volar desde Delhi a Leh a las 06.30 pero cancelaron el vuelo porque a media noche se había desenacadenado una tormenta con lluvias torrenciales que arrasaron Leh y las aldeas vecinas. Mas de 140 muertos y alrededor de 400 desaparecidos. Por muy poco no quedamos involucrados.
Estoy en Amritsar y el mundo de los sikhs me tiene deslumbrado. En este momento me han facilitado una computadora y no quiero abusar de la gentileza por lo que no voy a incluir fotografías.
Mañana partimos a Dharamsala, sede del gobierno tibetano en el exilio y residencia del Dalai Lama.
Espero que los que se preocuparon por lo sucedido en Ladakh se queden tranquilos. No sé que trascendencia tuvo la noticia del desastre. Aquí en India encabeza las noticias y sé que en Europa se ocuparon mucho ya que varios de los desparecidos eran senderistas europeos.



Jueves 12 de agosto de 2010

Estamos en Manali en los Himalayas de India. Es el primer destino que no estaba en el plan inicial como tampoco lo estaban los que se suceden de aquí a Delhi.
Trataré de relatar sin demasiado detalle lo que aconteció desde aquella cancelación del vuelo a Leh. Esta primera entrega documenta hasta Dharamsala.



El desconcierto por la falta de noticias certeras sobre la dimensión del desastre hizo que pasáramos expectantes el día 6 en Delhi sin dejar de aprovecharlo. Como ya conocíamos la ciudad nos limitamos a visitar dos templos.
Uno fue el Templo del Loto de la secta baha´i. Es el edificio más innovador de Delhi con forma de flor de loto con 27 pétalos de mármol blanco.



La secta baha´i surgió en Persia y su doctrina se basa en la idea de la humanidad como una raza única. El auditorio, con 1.300 asientos, está abierto a todo el que desee meditar y asistir a los servicios diarios de 15 minutos, cualquiera que sea su credo.
Al anochecer presenciamos en un templo sikh la ceremonia de poner a dormir el Libro Sagrado. Cumpliendo con la exigencia de cubrir la cabeza y descalzarse, no portar tabaco, alcohol ni elementos agresivos se puede participar sin obstáculos. Fue el primer acercamiento al sikhismo del viaje.



El día 7 volamos muy temprano a Amritsar en el Punjab. Recorrimos el Jallianwala Bagh, actualmente un parque con un monumento de piedra rojiza que conmemora la matanza, en 1919, de 1.500 indios que manifestaban contra el poder británico.
Luego visitamos la versión hindú del Templo Dorado, el templo de Sri Durgiana.
Al atardecer nos dirigimos a la frontera con Pakistán a presenciar el cambio de guardia, cierre de los portones y el arriamiento de las banderas de ambos países.



Es una ceremonia diaria con mucha participación popular donde los soldados indios y pakistaníes compiten aparatosamente.



Por la noche hicimos la primera visita al Templo Dorado, el santuario más sagrado de la comunidad sikh. Es una ciudad dentro de otra y acorde al carácter integrador del sikhismo abre las puertas a todo el mundo. Tras lavarnos los pies ingresamos para admirar el esplendor del templo en medio del Estanque del Néctar y quedar inmersos en la complejidad ceremonial que rodea al Libro Sagrado.



Al otro día tras andar por las ajetreadas calles de la ciudad vieja regresamos al Templo Dorado esta vez para apreciar con luz natural la magnificencia de las estructuras y el servicio gratuito de alimentos a todo aquel que lo desee.





Está dado por voluntarios que dentro de una organización de apariencia caótica pero de indudable eficiencia satisfacen a 60.000 personas diariamente.




Por la tarde nos alejamos unos kilómetros de Amritsar para vivir el ritmo de un par de aldeas sikh, interactuar con personajes increíbles



















y presenciar un combate de lucha libre punjabi que se realiza con los rivales embadurnados en barro.




El lunes 9 partimos hacia Dharamsala, el Pequeño Tibet de India, sede del gobierno tibetano en el exilio y residencia del Dalai Lama. Es una ciudad enclavada en laderas boscosas que creció a partir del momento en que los británicos la hicieron su lugar elegido para escapar de los calores de Delhi.
Visitamos la iglesia de St. John y el cementerio adyacente, reminiscencias de aquella época




y por la tarde fuimos al monasterio Namgyal a contemplar a los monjes debatiendo, con la esperanza de poder ver al Dalai impartir enseñanzas.



La situación de los budistas damnificados en Ladakh lo tuvo suficientemente ocupado y no pudimos verlo.

Mañana confío poder ponerme al día. Gracias a los que se agregaron como seguidores!!


Viernes 13 de agosto

Seguimos en Manali hasta mañana. Continúo el relato a partir de dejar Dharamsala.
Durante toda la última noche llovió en forma torrencial y fue difícil no asociar la situación con lo sucedido en Leh.
Agosto no es ni remotamente un mes propicio para visitar India, los monzones azotan con fuerza y a diario. Para los indios es una bendición después de meses de calor y sequía pero trae complicaciones serias en las comunicaciones. Tuvimos que elegir este mes porque es el único en el que se puede considerar garantizado el aterrizaje en Leh pero alguna Ley de Murphy dictaminó lo contrario y nos encontramos soportando las inclemencias.
Antes de abandonar Dharamsala visitamos el Norbulingka, residencia de verano del Dalai Lama, diseñado con inspiración en el Norbulingka de Lhasa














y luego un monasterio tántrico.













Nos dirigimos al Valle de Kangra, zona de plantaciones de té y arrozales. Nos alojamos en las cercanías de la ciudad de Palampur en el Palacio Taragargh,











antigua residencia del último maharajá de Jammu y Cachemira.

Por la tarde recorrimos la aldea tibetana de Bir

















y ya anocheciendo un templo hinduista al que le adjudican la poco creíble antigüedad de 5.000 años.




En mi opinión 1.500 le quedarían holgados. Posee delicadas tallas en piedra con figuras en elaboradas posiciones, casi en movimiento.








El jueves 11 partimos hacia Manali bajo la lluvia. Debo reconocer que en muchas oportunidades ésta y la bruma otorgan a los paisajes un monocromo y un efecto impresionantes.





Las cascadas brotaban de las laderas amenazando los caminos de cornisa y debimos esperar que una topadora despeje un desmoronamiento y en varias ocasiones el conductor debía mirar hacia arriba para anticipar la caída de piedras, elegir el momento y acelerar para superar lo más rápidamente posible el tramo peligroso.
Pasado el mediodía llegamos a Manali, atravesada por el torrentoso río Beas, es famosa por la marihuana que crece por doquier y que atrae a los hippies desde hace décadas. Según la leyenda, Manu, el equivalente hindú de Noé, atracó su barco en este lugar para repoblar la Tierra después de que el mundo se inundara.
Al anochecer bajamos a la Nueva Manali a recorrer la calle principal



The Mall para hacer alguna compra y hablar por teléfono con los afectos.








Al otro día, jueves 12, nos dirigimos a la cercana Naggar para visitar su castillo que es un excelente ejemplo de arquitectura local tradicional del siglo XV.



Cerca de allí se encuentra la Galería de Arte Roerich que expone la obra de Nicholas Roerich, pintor ruso que vivió por años en Naggar y donde falleció en 1947. Fue un hombre de múltiples facetas que pintaba, escribía poesía y expuso una filosofía universalista destilada de muchas religiones diferentes. Viajó por Tibet y el Himalaya




pero se lo recuerda sobre todo por la colorida celebración de la naturaleza que son sus paisajes del Transhimalaya.
En su casa se ha organizado un museo con sus obras y documentación de sus encuentros amistosos con Rabindranath Tagore, Nehru e Indira Gandhi.

Luego visitamos el Templo Hadimba a poco más de un kilómetro de Manali. Es un templo de madera de cuatro alturas, con cubiertas parecidas a una pagoda,



se construyó en 1553 alrededor de una pequeña cueva natural que albergaba la huella de las pisadas de la mujer-demonio Hadimba.












Después de almorzar salimos a caminar por las callejuelas de la Vieja Manali. Es una aldea de casas de piedra y madera, muchas en franco estado de deterioro que las hace peligrosas ya que tienen techos de pesadas lajas.



Sus habitantes mantienen sus tradiciones como tejer sus propias prendas y alimentar su ganado en la planta baja. Las aberturas están muy ornamentadas.













En un recodo apareció un encantador de serpientes que tras tocar su flauta y hacer balancear rítmicamente a una cobra decidió hacerme participar.



Casi sin darme cuenta estaba con una pitón en las manos y unas cobras sobre la cabeza.








Hoy temprano partimos hacia el paso de Rohtang de casi 4000 metros de altura. Fueron tres horas de lento recorrido por una carretera angosta y en mal estado siempre al borde de precipicios. Los paisajes son impresionantes.






Tuvimos mucha suerte con el clima ya que estuvo parcialmente nublado y sin lluvia. Ahora llueve muchísimo.
Feliz de estar al día con estas notas!










Domingo 15 de agosto

El día de ayer tiene poco digno de ser comentado. Básicamente se fue viajando más de 10 horas para cubrir los 260 kilómetros que separan Manali de Shimla, que es donde estamos hasta mañana lunes.
Después de acomodarnos en el que considero el mejor hotel del viaje salimos a recorrer una parte de la ciudad, ubicada en el sector alto. Hay una gran plaza pavimentada



donde se realizan los actos públicos frente a la cual está la Iglesia de Cristo típicamente inglesa y segunda más antigua del norte de la India. En la cercanía hay otros edificios históricos,



algunos deteriorados. Bajamos hacia The Mall y luego al Bazar Bajo.






Hoy por la mañana repetimos la visita pero la plaza





estaba preparada para los actos por el Día de la Independencia. Nos acomodamos, por decirlo de alguna manera, en unas tribunas improvisadas en medio de una multitud. Tardó mucho en comenzar la actividad y todo lo visto careció de brillo. Un desfile con paso redoblado asincrónico, un discurso tedioso en hindi que no acaparó la atención de los presentes, bailes tradicionales y músicos aceptables. Ya cansado abandoné la tribuna y salí a buscar personajes atractivos. Encontré algunos entre los participantes cuando estaban fuera de escena













y en el Bazar Bajo.




Por la tarde trepamos al punto más alto de la ciudad donde está el Templo de Jakhu dedicado al dios Hanuman, el dios mono,



















y como no podía ser de otra manera, cientos de macacos rhesus















merodean por los alrededores asediando a los devotos en busca de prasad (ofrendas de comida bendecida en el templo).
Estoy descansando en el hotel. Mañana partimos temprano a Chandigarh, para abandonar la región de los Himalayas.



Miércoles 18 de agosto

Estamos en Haridwar, una de las cinco ciudades santas del hinduismo, sobre el río Ganges. El trayecto hasta aquí tuvo poco de atractivo. La escala fue en Chandigarh, capital de Punjab. Es una ciudad creada para reemplazar a la antigua capital, Lahore, que tras la separación de India y Pakistán quedó en territorio pakistaní.
Fue concebida por el arquitecto vanguardista Le Corbusier con un diseño radical que polariza las críticas. Esta verdadera anomalía del urbanismo indio también divide a los visitantes. Salvo el respiro inicial que da un tránsito más organizado facilitado por una cuadrícula de calles muy anchas y mucha arboleda que intenta aliviar el rigor del clima agobiante mi sensación al abandonarla fue de que era una acierto hacerlo.
Ostenta tres atractivos según las guías de viaje y el gusto de los indios: el Jardín de Piedra



que recuerda al parque Guell de Barcelona pero muy lejos del ingenio creativo y el color de Gaudi , el lago Sukhna






parte del plan general de Le Corbusier y los jardines, entre ellos y el que visitamos, Jardín de las Rosas,




con 1600 especies distintas, que poco lucían.
Ayer tras otro trajinado viaje llegamos a Haridwar. Tras almorzar hicimos un par de visitas antes de ir a orillas del Ganges.


Primero visitamos un ashram, el Shanti Kunj,



que alberga a 5000 fieles, con una gran sala de meditación rematada en una media bóveda donde se estaba proyectando a una “maestra”, imagen que quedaba detrás de una maqueta del Himalaya. Me hizo recordar a algunos “lavados de cerebro” y sus dramáticas conclusiones como el episodio de Wako o los suicidios masivos de Guyana. Esta asociación podrá molestar a muchos que simpatizan y no contemplan la posibilidad de duda sobre estas actividades.
A continuación recorrimos el Templo de los Espejos y Cristales




dedicado a varios dioses del panteón hindú, muy luminoso e ilustrativo y con representaciones divinas finamente vestidas.
A continuación nos dirigimos a las orillas del Ganges donde los peregrinos acuden para realizar abluciones en el río sagrado.







Nos acomodamos entre la multitud que se iba congregando en el ghat (escalera) Har-ki-Pairi (la Pisada de Dios) para participar de la ceremonia de adoración del río, ganga aarti. Se puede comprar unos barquitos hechos con hojas y flores y una velita que encienden




















y ponen a flotar en las aguas a la caída del sol



al son de una melodía ejecutada con campanas y cánticos.

Hoy amaneció lloviendo mucho y a pesar de ello salimos a visitar un par de templos. El primero fue el de Manda Devi, una diosa que cumple los deseos,



situado en la cima de una colina y al que se accede gracias a un teleférico antiguo y en mal estado. Antes de subir al mismo hay que atravesar unos pasillos y escaleras con puestos que venden prasad (ofrenda de comida) para agasajar a la benévola diosa de la cumbre.



Tomé algunas fotografías que se malograron porque las lentes se empañaban por la diferencia de temperatura y la saturación de agua en la atmósfera.
El otro templo es de la filosofía jainista profusamente decorado por fuera y por dentro.



Los jainistas son no violentos al extremo. Respetan la vida en todas sus formas llegando a colocarse pañuelos como barbijos para evitar que algún insecto penetre en su boca y pueda morir. Algunos van barriendo con escobas de plumas de pavo real el camino que deben transitar para evitar pisar accidentalmente algún ser vivo.


Tras el almuerzo partimos hacia Rishikesh, ciudad que se hizo famosa desde que en 1968 los Beatles se alojaron en el ashram de Maharishi Mahesh Yogi. Hoy se hace llamar “la capital mundial del yoga”.
Cruzamos uno de los dos puentes peatonales,




también usado por motociclistas, vacas y monos,









el Lakshman Jhula para ingresar al templo de 13 pisos Shri Trayanbakshwar



con docenas de santuarios dedicados a deidades hindúes en cada nivel, intercalados con joyerías y tiendas de tejidos y campanas por doquier.
A continuación visitamos el templo de Bharat Mandir en cuyo interior




un fiel mece constantemente una especie de moisés con Krishna niño.



Hicimos unas compras en el bazar y nos fuimos acercando a los gaths donde al atardecer, al igual que en Haridwar,







se celebra diariamente el ganga aarti.




Al tratarse de una ciudad pequeña la ceremonia es más apreciable.

Ya mañana es nuestro último día en Haridwar y el plan es comenzar bañándonos en el Ganges y por la tarde tomar el tren a Dehli. A partir de ese momento nuestro viaje retoma el itinerario inicial con el recorrido por Rajastan.



Sábado 21 de agosto

Anteayer fue un día ajetreado. Comenzó temprano con la salida a las orillas del Ganges. Pensé que iban a estar menos concurridas que la noche anterior en el ganga aarti, pero no fue así. Había muchísimos residentes y peregrinos realizando sus abluciones matinales. Buscamos un recodo del Ganges con la correntada algo apaciguada y nos bañamos.



Tuvimos que hacerlo tomados de unas cadenas ya que apenas dejábamos el último escalón del ghat el río nos arrastraba con fuerza. El agua estaba bastante fría ya que en este lugar el Ganges abandona los Himalayas y comienza a fluir por las llanuras. Al finalizar tuvimos que completar el ritual arrojando leche al agua.
Tras secarnos y vestirnos salimos a andar ya purificados



las callejuelas del bazar Bara con personajes y situaciones sorprendentes.
A media tarde fuimos a la estación de trenes para abordar el que nos llevaría a Delhi. El término abordar se adapta ya que la experiencia fue dura. La gente se agolpa en cantidades desproporcionadas para la capacidad que uno le estima al convoy, introducen a los niños por las ventanas enrejadas para que vayan ocupando asientos y los adultos desafían la ley de la impenetrabilidad ingresando con bultos del tamaño de ataúdes. Una vez acomodados el viaje fue aceptable. Llegamos a Delhi cerca de la medianoche.
Ayer ocupamos una parte del día visitando la Vieja Delhi. Comenzamos con la Jama Masjid (mezquita de los viernes),









recorrimos luego los recovecos de las cercanías donde se vende de todo en un ambiente pleno de aromas (y olores), gritos y bocinazos de motocicletas




techado por un gigantesco y peligroso enredo de cables eléctricos, muchos pelados y de los cuales todos se “cuelgan”.
Continuamos por la Nueva Delhi visitando la Tumba de Humayun, emperador mongol.




Es un magnífico ejemplo de la temprana arquitectura mongola y sirvió de modelo para el diseño del Taj Mahal de Agra.
Para finalizar fuimos al Qutb Minar un complejo edilicio que data del comienzo del dominio islámico en India dominado por el minarete Qutb que es en sí mismo una torre de Babel de la victoria que de cerca recuerda a las torres afganas.




A sus pies se levanta la primera mezquita construida en India en 1193 con los materiales de la demolición de templos hindúes. Se puede admirar una columna de hierro de 7 metros de altura mucho más antigua con inscripciones en sánscrito. Los científicos no saben de qué forma pudo ser fundido el hierro de pureza excepcional con las tecnología de la época (siglo IV dC) y no tener aún signos de oxidación. Se dice que si uno se sitúa con la espalda pegada a la columna y consigue rodearla con los brazos y tocarse los dedos se cumplirán sus deseos. Una valla que ahora la rodea y mis limitaciones articulares me obligan a seguir luchando para que los míos se cumplan sin este artilugio.
El día de hoy se dedicó a cubrir el trayecto de Delhi hasta Alsisar. Fue tortuoso,




con varios cortes de ruta por torrentes de agua que cruzaban la ruta y grandes manadas de vacas




y cabras que ocupaban la misma. Las demoras nos permitieron apreciar con más detalle los cambios que se dan en Rajasthan,



particularmente en la gente y el ambiente.
Estamos alojados en un palacio al que están restaurando para convertirlo en hotel de nivel en Alsisar, una aldea que difícilmente se pueda encontrar en un mapa. Paseamos por la misma visitando un par de havelis (residencias tradicionales)






profusamente decorados con frescos deteriorados, estado que a su vez les da un encanto que la restauración habitualmente desvanece



e intentamos comunicarnos con personas sencillas y encantadoras.




Techos y árboles están poblados por pavos reales.
Acabamos de cenar a lo príncipe solos en el palacio.





Lunes 23 de agosto

Ayer partimos desde Alsisar hacia Mandawa, la ciudad de los 100 havelis. Fundada en el siglo XVIII y fortificada por las familias comerciantes dominantes,



sigue siendo una ciudad de mercado bastante tranquila.











Los havelis tienen entrada a través de un arco



y un patio interior, donde los hombres hacían sus negocios; enfrente hay un establo y una cochera. Otro arco lleva, a través de un pasillo curvo hasta uno o más patios interiores, regenteados por las mujeres. Esta disposición prioriza la privacidad femenina.





Los havelis se distinguen por sus frescos realizados por la casta de los kumhars (alfareros).
Seguimos viaje a Jaipur, capital del Rajasthan, a donde llegamos por la tarde. La primera impresión fue desagradable. Caótica y congestionada esconde sus encantos. Es una ciudad en constante asedio por su disparada población y el uso al límite de sus infraestructuras. Hay escasez de agua, mendigos, contaminación y agresivos conductores de rickshaws.
Hoy por la mañana comenzamos las visitas. Nos alejamos unos 16 kilómetros para visitar el fuerte-palacio de Amber de color miel que antaño fuera la capital del estado de Jaipur.




Su construcción fue iniciada en 1592 y finalizó varios siglos después. Ilustra la arquitectura rajputa en todo su esplendor artístico y defensivo. Las colinas que lo rodean lucen las murallas de 16 kilómetros de largo erizadas de almenas.




Posee palacetes para las 12 esposas del maharajá, diversas salas, ingeniosos sistemas de refrigeración y hasta un pequeño templo donde se sacrifica una cabra cada día, ceremonia que desde hace un tiempo no puede ser presenciada.


De regreso a Jaipur pudimos ver el Palacio del Lago.


Ya en la ciudad visitamos su lugar más emblemático, el Hawa Mahal,



palacio de los Vientos, excepcional edificio de 5 plantas de arenisca rosa, casi una fachada. Construido para que las damas pudieran contemplar a través de los pequeños postigos la vida y las procesiones de la ciudad sin ser vistas.
Frente al palacio están las pequeñas entradas







a los bazares, coloridos y movidos.
Luego recorrimos el Palacio de la Ciudad, un vasto complejo de patios, jardines y edificios, mezcla de arquitecturas mongol y rajasthaní.
Hay museos de indumentaria y armas y una Sala de Audiencias donde se exhiben



2 enormes recipientes de plata de 1,6 m de altura y 375 kilogramos de peso (según el libro Guiness los objetos de plata más grandes del mundo) que el maharajá Madho Singh, devoto hindú utilizaba para llevar agua del Ganges en sus viajes a Inglaterra.
Por último visitamos el Jantar Mantar, un observatorio iniciado a principios del siglo XVIII. Consta de fascinantes instrumentos de meticuloso cálculo, hasta de los eclipses. El edificio más impresionante es el reloj de sol,




con su gnomon de 27 metros de altura: su sombra se desplaza hasta 4 metros por hora.
Hay construcciones para cada signo del zodíaco.




Martes 24 de agosto

Partimos esta mañana de Jaipur rumbo a Pushkar, compacta ciudad de peregrinaje hindú en torno a un lago sagrado. Nos alojamos en un hotel del desierto en las afueras. Después del mediodía bajamos a recorrerla.
Visitamos el templo Brahma Mandir,



único dedicado a este dios según dicen. La historia cuenta que Brahma quería llevar a cabo una ceremonia en el lago a la que su esposa Savitri no acudió a tiempo por lo que el dios se casó con otra mujer. Savitri lo perdonó pero al mismo tiempo lo maldijo pidiendo que éste sea el único templo que lo venere.





Muy cerca de allí está el lago sagrado con sus 52 ghats.



En uno de ellos participamos en una ceremonia que tenía como trasfondo sacarnos dinero por la bendición de nuestras familias. Lamentable porque empaña la devoción sincera de los miles de peregrinos que acuden al lugar.
En uno de los gaths fueron esparcidas las cenizas de Mahatma Gandhi. Aquí no nos atrevimos a bañarnos ya que el agua es aportada exclusivamente por la lluvia en una cuenca cerrada por lo que los restos de las cremaciones permanecen.
Recorrimos los bazares aprovechando para hacer compras






con alguna incomodidad por el asedio de mendigos y el riesgo de ser víctimas de los carteristas.




Es un día festivo y lo que habitualmente se respeta, que es no tomar alcohol, no fumar, no comer carne ni huevos, no bromear ni besarse, debe hacerse con especial cuidado.
Al atardecer fuimos a cenar al Sunset, un restorán con comidas reconocibles.









Comimos una pizza y esperamos la caída del sol que brindó excelentes vistas.









Jueves 26 de agosto

El viaje de Pushkar a Bikaner de ayer no tuvo demasiados atractivos, salvo la aparición de algunos ciervos y gacelas disfrutando de este lapso benevolente del desierto reverdecido por las inusuales lluvias, hasta que llegamos a Deshnok donde se encuentra el Templo Karni Mata o Templo de las Ratas.




Entrar en él es una experiencia extraña y no apta para aprensivos. Centenares de kavas (roedores sagrados) corretean sobre los pies y se cree que ver una rata blanca trae buena suerte. No la vimos.








El olor a excrementos y cadáveres de ratas impregna la piel y la ropa. Se alimentan en unos cuencos planos con leche y agregados inidentificables. Algunos fieles toman de los mismos recipientes y otros oran en templetes.
Cuenta la leyenda que Karni Mata pidió al dios de la muerte, Yama, que resucitara al hijo de un desconsolado narrador. Cuando Yama se negó, Karni Mata reencarnó a todos los narradores en ratas, para que el dios se quedara sin las almas de los humanos.
Al mediodía llegamos a Bikaner con una temperatura superior a los 40°C.
A pesar de ello salimos a recorrer. Empezamos con la visita a unos hermosos cenotafios






en las afueras de la ciudad finamente trabajados en mármol y piedra roja, luego seguimos con una al Centro Nacional de Investigación sobre Camellos






con corrales, laboratorios y hasta un pequeño museo. El Camel Milk Parlour



parece poca cosa pero vende kulfi, helado de leche de camella, al que no me pude resistir.
Hoy por la mañana visitamos Junagarh, fuerte construido a fines del siglo XVI en arenisca roja. Una muralla de casi un kilómetro con 37 bastiones y que tiene sólo 2 entradas lo rodea.
Los palacios erigidos en su interior conforman una pintoresca estampa de patios,




balcones, quioscos, torres y ventanas. Decorados con pinturas y paneles de mármol tallados y con algunos muebles dan una idea muy cercana de la vida diaria en aquellos tiempos.
Hay un museo con objetos cotidianos, palanquines, trajes y joyas




y hasta un avión regalado a un maharajá por su colaboración en la Primera Guerra Mundial.
Luego ingresamos al templo jainista de Bandasar de especial belleza, con esculturas de piedra amarilla y magníficas pinturas.




Según dicen, los cimientos del siglo XV contienen 40 toneladas de ghee, manteca clarificada. Un día de calor como el de hoy permite notar la grasa en el suelo.



Luego anduvimos por las callejuelas de la ciudad antigua,










con extraños transeúntes










y aprovechamos para comprar especias y pistacho.



Para finalizar entramos al taller de un famoso miniaturista indio, Raju Swami,




que hizo trabajos para Unicef e intentó ingresar al libro Guiness con la miniatura de un árbol




de 7 por 10 centímetros con 17.480 hojas. No lo logró.





Sábado 28 de agosto

El viaje del ayer desde Bikaner hasta Jaisalmer tuvo tan pocos atractivos,



sólo alguna iguana cruzando la ruta, como contratiempos.

Llegamos poco después del mediodía y al rato ya estábamos visitando esta ciudad, que resultó hasta aquí la más atractiva de Rajasthan. Tuvimos la suerte que ese día se desarrollara una ceremonia anual llamada teej




en la que fundamentalmente las mujeres solteras concurren al estanque Gadi Sagar, que en otros tiempos fue el principal depósito de agua de la ciudad, a hacer ofrendas








para pedir ser elegidas por los padres de un potencial buen marido. Ellas y otros concurrentes circunstanciales alimentan a los peces gato




que se amontonan en una alocada disputa por la comida. Las mujeres lucen sus mejores ropas.
Según dicen la puerta de acceso al estanque, la Tilon-ki-Pol, fue construida por una famosa prostituta. Cuando la meretriz se ofreció a financiar la construcción de este arco, el maharajá le denegó el permiso alegando que él debía cruzarlo para ir al estanque, una situación que sería indigna para una persona de su nivel. Sin embargo, cuando el maharajá se encontraba fuera de la ciudad, la prostituta construyó el arco y lo coronó con un templo en honor a Krishna para que el intransigente monarca no pudiera derribarlo. No lo cruzaron jamás él ni su familia.
Luego y ya acercándose la caída del sol no fuimos a las afueras a una colina



con espectaculares cenotafios y vistas del fuerte a presenciar el crepúsculo.





Regresamos al centro de Jaisalmer a cenar en un restaurante con azotea y otras buenas vistas al fuerte, que es el gran atractivo.




Comida con pocas especias y cerveza. Perfecto.




Hoy por la mañana, como no podía ser de otra forma visitamos el fuerte. Es un laberinto de estrechos callejones construido en 1156 sobre una colina de 80 metros de altura. Su muralla tiene 99 bastiones en sus más de 3 kilómetros de desarrollo. Una proporción significativa de la población del casco antiguo vive en su recinto amurallado lo que está provocando un rápido deterioro de las estructuras. Ni sus habitantes ni las autoridades parecen advertir el daño.
Pasear sin rumbo por este museo al aire libre es una experiencia extraordinaria.








Visitamos el Palacio del Fuerte, un templo jainista

















y un par de havelis. Uno de ellos, el Patwa-ki-Haveli




tiene un frente impresionante, y el otro, el Nathmal-ki-Haveli tiene 2 alas, izquierda y derecha que por herencia terminaron en manos de 2 hermanos que afortunadamente entraron en competencia por ornamentarlas. Parecen idénticas pero son sólo similares tanto en el exterior como en el interior donde hay ambientes que pertenecen por mitades a ambos.
Durante el trayecto pude ver






entre otros vistosos personajes a la mujer cuyo rostro fue el que más me conmovió en este viaje,





cincelado por los rigores e iluminado por unos ojos que difícilmente olvidaré.
Por la tarde nos dirigimos hacia la aldea de Khuri, en el desierto de Thar, cerca de la frontera con Pakistán,








para subir a unas dunas en camello y presenciar nuevamente una plácida puesta de sol.






Jueves 2 de septiembre

El trayecto del día 29 desde Jaisalmer a Jodhpur fue la salida del desierto de Thar. Poco a poco aumentaron la vegetación







y los abrevaderos. A la vera del camino hay canteras gigantescas





de las que se extrae la piedra caliza de color para las construcciones.
Pasamos por la aldea de Ramdevra en la que hay un templo dedicado a una deidad local y que atrae peregrinos desde larguísimas distancias.




Los hemos visto hasta cerca de Ranakpur a varios centenares de kilómetros.



Duermen donde los toma la noche y se higienizan en los charcos.
Llegamos a Jodhpur, la segunda ciudad del Rajasthan en población y posiblemente la primera en suciedad.
La Torre del Reloj









es un símbolo del casco antiguo y los bazares medievales que la rodean le dan vida.




Al otro día visitamos el Jaswant Thada, un monumento funerario




en memoria de un maharajá construido en mármol blanco con caprichosas cúpulas. Las vistas al fuerte y la ciudad son excepcionales.
Seguidamente nos dirigimos el fuerte Mehrangarh que se alza sobre la ciudad azul de Jodhpur. La estructura parece brotar naturalmente de la roca de la colina. Sus murallas encierran un complejo palaciego de color terracota, celosías y una red de patios, bellos ejemplos de los edificios rajputas.




Las vistas son mágicas, resaltan las casas azules de los brahmanes que dan nombre a la ciudad.
En este mes “de feria” muchos campesinos tras culminar con las tareas de cosecha peregrinan y hacen visitas a las ciudades.




Su comportamiento tosco y desorientado denota su presencia y es muy interesante ver sus caras de asombro. Duro es ver a la vez los procederes discriminatorios de muchos hacia estos peregrinos basados en un sistema de castas abolido en los papeles pero en realidad vigente e inveterado.
El 31 partimos de Jodhpur hacia el sur atravesando la región donde habitan los bishnoi.







Son los seguidores de un sabio del siglo XV, cuya doctrina se resume en 29 (bis noi) principios. La mayoría se centra en la protección del medio ambiente y de todos los seres vivos, aunque haya que arriesgar la vida por ello. Son hábiles tejedores de dhurries,





famosas alfombras con dibujos tradicionales geométricos y tintes vegetales.

A primeras horas de la tarde llegamos a Ranakpur donde se encuentra el Templo Adinath una verdadera hazaña de la devoción jainí.



Construida en mármol blanco,







la complicada serie de 29 salas, sostenida por una verdadera selva de 1.444 columnas (todas distintas y sólo una inclinada ya que sólo la divinidad puede realizar obras perfectas),



es la más sublime del Rajasthan.










Cientos de langures o monos Hanuman merodean el complejo.
Cerca del atardecer llegamos a Udaipur con lluvia. Esta ciudad ya está dentro de la región afectada por el régimen monzónico. Es considerada la ciudad más romántica de Rajasthan. Sus lagos Pichola y Fateh Sagar refuerzan ese carácter, más en esta ocasión excepcional de abundancia de agua. Sus orillas son escenario de paseos de recatados enamorados, baños en los ghats




y lavado de ropa en los dhobi.
Visitamos el Templo de Jagdish dedicado a Vishnu y representado como señor del mundo en una piedra negra.







En estos días se celebra el equivalente al cumpleaños del dios por lo que el templo estaba particularmente ornamentado y concurrido. Una multitud de fieles sentados en el suelo frente a Vishnu cantaban balanceando sus torsos en estado de trance.









En un patio posterior se da alimento a los menesterosos.
Luego recorrimos el Palacio de la Ciudad,



imponente construcción construida por sucesivos maharajás, repleta de balcones, torres y cúpulas.





Tiene vistas de los lagos y la ciudad únicas.










En las últimas horas de ayer salimos a deambular por los bazares


















y despedirnos de la gente que durante un mes nos regaló su encanto, color y misterio.





En unas horas iniciaremos el largo viaje de regreso a nuestros hogares y comenzará el proceso de evaluación de un viaje extraordinario en el que se han satisfecho muchas de las expectativas previas, otras resultaron muy distintas a lo esperado y contadas dejaron un sabor a desilusión pero todas nos acercaron a una verdad sociocultural que se entiende y da riqueza sólo si la mente se abre y se desprende de todo prejuicio.
De otra manera será un constante choque contra las propias estructuras, una insólita y fatigante sobrecarga de los sentidos y una desequilibrada alternancia de caricias y desgarros a las emociones.
Inexorablemente, salvo marcada cortedad intelectual o impermeabilidad perceptiva, caminar la India jamás será poca cosa.