domingo, 28 de noviembre de 2010

Etnias y Creencias: Los Sikhs y el Sikhismo



En agosto de 2010 recorriendo Punjab, en el noroccidente de India



tomé contacto estrecho con la comunidad sikh. Fue una experiencia tan impactante como satisfactoria.
Sikh es la forma punjabi de la palabra sánscrita sisya, que significa discípulo. Se llama sikhismo a la fe que profesan.
El Punjab en el subcontinente indio es la patria tradicional de los sikhs. En 1947 quedó dividido en dos al crearse India y Pakistán. A pesar de que la doctrina sikh es reconciliadora, en el momento de la independencia parecía no haber lugar en el Estado musulmán pakistaní para ellos e impelidos por la persecución y las matanzas los del Punjab occidental emigraron en masa hacia el oriental en India.
Siempre ha sido un pueblo habituado a la idea del traslado. Se han asentado y prosperado en muchos lugares de la India, y en ciudades como Delhi y Kolkata (Calcuta) poseen el monopolio de la profesión de taxista. Como profesionales y trabajadores emigrantes se han establecido en países de Asia y Europa. Dondequiera que habiten sus comunidades los sikhs siguen con sus prácticas religiosas y costumbres sociales. Esto sumado a su elegante, casi altiva, estampa, su expresivo lenguaje corporal y su mirada franca los hace fácilmente distinguibles.
El idioma de los más de 20 millones de sikhs es el gurmukhi, variedad refinada del dialecto punjabi, con muchas semejanzas con el sánscrito.
Desde hace un milenio en esta región se han enfrentado islam e hinduismo generando en ocasiones movimientos religiosos sincréticos como el sufismo, corriente mística mahometana que aceptaba prácticas e ideas hinduistas pero haciendo hincapié en la experiencia interior, rechazando todo formalismo y todo ritualismo.
A fines del siglo XV y dentro de las tentativas de armonización de las diversas ideas religiosas surge el sikhismo fundado por Nanak (1469-1539). Con el tiempo la comunidad sikh fue tomando el carácter de grupo étnico con herencia cultural y sentimiento nacional diferenciados.
Nanak, nacido en el seno de una familia de la alta casta hindú, tuvo a los 27 años una experiencia mística que lo llevó a abandonar todo para partir a difundir sus ideas religiosas que iban más allá de las estrecheces islámica e hindú. Tras tres días de silenciosa comunión sus primeras palabras fueron: “No hay hindúes, no hay musulmanes”.
Su prédica como gurú (maestro) difundida cantando kirtan (sus propios himnos religiosos que aún hoy se cantan) captó una multitud de discípulos que no se sentían identificados con ninguna de las dos ortodoxias, básicamente musulmanes muy pobres e hinduistas de castas bajas que querían liberarse de las desventajas que devenían de sus situaciones.
Fueron 24 años viajando incansablemente por toda India y llegando hasta La Meca y Bagdad.
Una vez de regreso al Punjab comenzó a instituir en Kartapur, pueblo fundado por él, una comunidad libre y abierta a todos los niveles sociales y un nuevo concepto de Dios único, eterno, infinito que no ha sido nunca encarnado y que ninguna imagen puede contenerlo, llamado “simplemente Uno”(Ikk).
Concedió la mayor importancia a la conducta moral. La conducta recta (ortopraxia) es considerada tan importante como el pensamiento recto (ortodoxia). Hizo hincapié en el valor del seva, servicio voluntario, humilde y continuado prestado a los demás con el fin de promover el bienestar de la comunidad. Dio además igual importancia al bienestar material del hombre como a su liberación espiritual, al tiempo que estableció una relación entre ambos. Sentó el criterio para la sucesión en base al mérito.
A Nanak lo suceden nueve gurús y sus enseñanzas están contenidas en el libro sagrado de los sikhs, el Guru Granth Sahib.



Nanak y los 9 Gurús


El sikhismo reconoce pues a diez gurús que fueron uno solo en espíritu, aunque en cuerpos diferentes, que comparten la misma revelación y son de un mismo rango espiritual resultando esto un fenómeno peculiar de la creencia. A esta fe reformista se la conoce como gurmat (doctrina de los gurús) y a sus templos como gurudwaras (puertas al gurú).
Angad (1504-1552), el segundo gurú, prosiguió, en el distrito de Amritsar, las enseñanzas y la actividad social de su antecesor.
El tercero, Amar Das (1479-1574) creó una organización eclesiástica bien estructurada, fijó los días para las reuniones festivas sikhs y estableció ceremonias y ritos sencillos para el nacimiento, el matrimonio y la muerte.
Ram Das (1534-1581), cuarto gurú, estableció un centro que más tarde sería Amritsar, eje actual del mundo sikh.
Su sucesor y quinto gurú, Arjun (1563-1606) construyó, en el centro del lago de Amritsar, un templo, el Hari Mandir o Templo Dorado de los tiempos modernos. Codificó en una versión oficial las composiciones literarias de los gurús, completando así el canon. En 1604 fue instalado el Granth Sahib (libro sagrado) en el centro del santuario del Hari Mandir. Ambas instituciones, Templo y Libro, resultaron determinantes, ya que modelaron la conciencia propia de los sikhs y dieron forma a su vida y sociedad. Murió bajo tortura por orden del emperador.
Hargobind (1595-1644), sexto gurú, portaba una espada durante la ceremonia de sucesión y legalizó su uso para rechazar la injusticia y la tiranía. Mantuvo a pesar de su estilo militar y de los conflictos armados en los que tomó parte las costumbres sencillas y piadosas de sus antecesores.
Los dos gurús que lo sucedieron no fueron molestados por los gobernantes en el poder, no así el noveno, Teg Bahadur (1621-1675) que fue ejecutado en Delhi por orden del emperador.
Su hijo, el gurú Gobind Singh (1666-1708), creó la orden marcial de los khalsa, los elegidos de Dios, de una abnegación total, a la que dio el nombre de Singh (león). Sus miembros eran reconocibles por cinco signos externos, las cinco K, que detallaré más adelante. Su otro legado fue la institución como gurú al Libro sagrado. El linaje de los gurús personales llegó así a su fin, pasando para siempre la sucesión al gurú Granth, el Libro, que se convertía para los sikhs en autoridad perpetua, tanto en el plano espiritual como en el histórico. Su papel ha sido primordial para garantizar la cohesión de la comunidad.
Desde que el 10° gurú reorganizó la comunidad como una hermandad militar los miembros deben exhibir siempre las 5 K, los 5 símbolos del Khalsa, como rasgos de observación de la disciplina sikh.
Ellos son: Kesh (se debe mantener el cabello sin cortar. No se refiere al pelo de la cabeza, sino a todo el cuerpo), Kaccha (pantalón corto que se lleva como prenda interior o exterior y simboliza la pureza), Kirpan (daga o espada corta que simboliza la resistencia al diablo), Kangha (peine de madera que se lleva en el pelo para sujetar el moño y simboliza la higiene personal. El turbante no es una de las 5 K) y Kara (brazalete de acero que se lleva en la muñeca derecha; no es ornamental sino funcional y plana. Simboliza la fe en Dios).



Tres de las 5 K








Los sikhs ortodoxos atan y recogen su pelo y barba bajo su turbante tan distintivo y




mantienen su elegante forma acomodando los pliegues con movimientos de gran naturalidad y la ayuda de una aguja. Los niños y jóvenes que se inician




comienzan haciendo un bollito con sus pelos dentro de un turbante sencillo.







Otras normas de vida son, por ejemplo, no consumir carne de vaca y, si se consume el animal debe ser sacrificado de acuerdo con la tradición islámica. Asimismo, se prohíbe tomar bebidas alcohólicas, fumar, robar y realizar apuestas. Cualquier mutilación del cuerpo como la circuncisión o el agujerearse la nariz o las orejas, también está prohibida.
La tradición sikh señala cinco vicios particularmente nocivos: la lujuria o el deseo sexual indebido (infidelidad a la pareja); la ira o cólera incontrolada; la avaricia o persecución de los bienes mundanos por sí mismos; apego o adhesión a una persona o cosa de tal modo que impide la unión con Dios; y el egoísmo, la dependencia del yo en vez de la fe en Dios.
Estos cinco vicios conducen a una falta de control y a una espiritualidad imperfecta, mientras que lo que debe perseguirse es la capacidad de vivir en el mundo como un individuo puro, sin que le afecte la “suciedad” o las imperfecciones del entorno. La meta de la vida es vencer el vicio y conocer a Dios.
Los sikhs valoran las relaciones emocionales entre los hombres, tanto entre hermanos como entre amigos, mucho más que con sus mujeres. En realidad es poco el tiempo que pasan con ellas. Están fuera de casa gran parte del día y pasan las tardes con sus amigos. Las mujeres suplen esta sensación de abandono con el compañerismo de sus hijos, particularmente los varones jóvenes.
Consideran indeseable el excesivo amor a la esposa, a los hijos o a los bienes materiales, ya que, al no poder permanecer duraderamente, como cualquier amor terrenal, sólo puede ser transitorio. Los métodos anticonceptivos están permitidos, pero no el aborto. Tampoco se permite la contracepción como método de evitar las consecuencias de una relación sexual ilícita.
Respecto a la norma que debe regir en los gurudwaras (templos), destaca la colocación del Guru Granth Sahib (libro sagrado) en el centro, a cuyo alrededor se arrodillan los miembros de la congregación, que deben ir descalzos y con la cabeza cubierta. Este libro desempeña un papel muy importante en las ceremonias familiares (nacimientos, matrimonios, etc.).
Por lo que respecta al culto a los muertos, destaca el hecho de que el cuerpo es preparado por miembros de la familia, y debe llevar las cinco K. De acuerdo con la costumbre india, la incineración se realiza el mismo día de la muerte, o al día siguiente cuando el fallecimiento ocurre al final del día. Las cenizas se esparcen en un río cercano. Después se lee a intervalos el libro sagrado entero. Al final de la lectura (nueve días más tarde) se celebra una ceremonia con toda la familia, que termina con el reparto de comida especial. Así lo viví yo aunque sé que fuera de la India las ceremonias pueden adaptarse a las costumbres locales.
Al visitar algunas aldeas rurales sikhs
















aprecié que son menos escrupulosos en la observancia tradicional y religiosa que los urbanos.


Un aldeano me invitó a su casa. El ambiente era fresco, ordenado y sobre una de las paredes colgaba la siempre presente imagen del gurú Nanak



Muchos templos están dispersos por todo Punjab. El de Tarn Taran, alejado de Amritsar,



es menos tumultuoso y permite apreciar más los comportamientos individuales









y cruzarse con más sonrisas.
Resalta en una de sus cúpulas el emblema sikh formado por tres armas, el khanda (nombre con que se designa al símbolo),







espada recta que simboliza el conocimiento de Dios, dos kirpans , espadas curvas que representan la soberanía política y espiritual y el chakkar, arma en forma de disco que simboliza la unidad con Dios.


Lugares sagrados: Amritsar y el Templo Dorado
La forma sikh de entender la vida está íntimamente relacionada con la identidad del Punjab. En esta región se encuentra la ciudad de Amritsar y su Templo Dorado que, a pesar de la actitud un tanto ambivalente de los sikhs hacia la peregrinación, se han convertido en lugares de peregrinación para los sikhs de todo el mundo.
La ciudad de Amritsar fue el centro del imperio sikh en el siglo XIX, y hoy lo es del moderno nacionalismo sikh.
La Torre del Reloj es el acceso al complejo





y alberga el Museo Sikh que documenta la trágica historia de los sikhs martirizados por los mongoles, los británicos e Indira Gandhi. Una vez atravesada la entrada ya descalzo y con los pies lavados se tiene una magnífica visión del Amrit Sarovar (Estanque del Néctar), al que la ciudad debe su nombre, y en su centro el Templo Dorado,





Hari Mandir (Templo de Dios).
Las visitas, recomiendo al menos dos, una al amanecer y otra al anochecer para apreciar la cambiante belleza y los distintos acontecimientos, se desarrollan transitando en el sentido de las agujas del reloj el Parikrama (Camino de Mármol), único espacio desde el que se puede fotografiar. Al llegar al primer recodo se encuentra la cocina, espaciosa y densamente aromatizada por los vapores que emanan de grandes recipientes. Mi aporte voluntario fue revolver las lentejas





con una vara de tres metros de longitud.




En una sala contigua está la máquina



de hacer chapatis, típico pan plano indio.
Siguiendo el trayecto se arriba al Guru-Ka- Langar, el comedor comunitario con capacidad para tres mil personas.




Se sirve gratuitamente y para quien lo desee sin condicionamientos hasta 60.000 raciones diarias de dal-roti (curry de lentejas y chapati), cifra que se supera en las fiestas religiosas.



A continuación se llega al fregadero de platos donde gran cantidad de voluntarios lavan dentro de una disimulada organización los platos metálicos para la próxima tanda.




El ruido es ensordecedor.








Tras un par de recodos se llega a una explanada, delimitada a su izquierda por Akal Takht



Akal Takht



y por la derecha por la Darshani Deorhi donde comienza el Puente de los Gurús paseo elevado de 60 metros de longitud flanqueado por 9 nueve farolas doradas a cada lado que atraviesa el estanque y desemboca en el Hari Mandir, el Templo Dorado.

Sus paredes de mármol están decoradas con incrustaciones florales y animales en pietra dura. Su cúpula que representa una flor de loto invertida, un símbolo del deseo de los sikhs de llevar una vida pura, está revestida con 750 kilogramos de oro donados por el maharajá Ranjit Singh, ilustre gobernante que estableció el primer reino sikh y controló las presiones de británicos y afganos. Tras su muerte en 1839 los británicos anexionaron Punjab y se apoderaron de sus fabulosos tesoros, entre los que se encontraba el diamante Koh-i-noor (montaña de luz), el más antiguo conocido, de 105 quilates, y que hoy y tras un nuevo tallado está engarzado en la Corona de la Reina Isabel.
Todos los días al amanecer el Libro Sagrado es llevado al Hari Mandir donde el supremo sacerdote



lo abre para leer el vaq o mensaje del día. Al atardecer comienza a resonar en el templo la música de los ragis




y el canto ininterrumpido de los versos en gurmukhi.




La multitud va creciendo con la caída del sol y recorriendo el Parikrama se aglomera en el Puente de los Gurús,




trayecto obligado del Libro Sagrado que alrededor de las 21.30 es trasladado en un palanquín de plata desde el Templo Dorado



hasta el Akal Takht, sede de la primera autoridad sikh y de la cama donde se lo “pone a dormir”. El entusiasmo y la vibración de los fieles son conmovedores.
Finalizada la ceremonia y tras fregar los pisos con agua y leche se cierra las puertas de plata de Darshani Deorhi, la entrada al puente.










En un parque frente a la Torre del Reloj,




miles de devotos pasan la noche para participar al otro día de un nuevo ciclo ceremonial.
El sangriento asalto al Templo Dorado por soldados indios durante su ocupación por independentistas radicales sikhs fue una de las causas del asesinato, en 1984, de Indira Gandhi por sus guardaespaldas sikhs.
El Akal Takht quedó gravemente dañado y el gobierno indio lo restauró posteriormente, pero los sikhs indignados por la actuación del Ejército, lo derribaron para volver a construirlo ellos mismos.
Este suceso que pareció sentenciar a la comunidad y la predilección india de elegir autoridades que profesen el hinduismo no fueron obstáculos para que el Dr. Manmohan Singh







sea el decimotercero Primer ministro de la India y miembro del Partido del Congreso. Accedió a la presidencia del gobierno de la India tras la victoria en las elecciones de 2004 de la coalición encabezada por el Partido del Congreso. Tomó posesión del cargo después de que la presidenta de esta formación Sonia Gandhi, viuda de Rajiv Gandhi, dirigente político hijo de Indira asesinado en 1991, renunciara a ocuparlo, ante las críticas recibidas de ciertos sectores políticos por ser de origen extranjero (italiana de nacimiento). Fiel a su formación intentó vanamente la pacificación con Pakistán.
El sikhismo moderno se orienta esencialmente hacia el futuro. Es el resultado de la restauración llevada a cabo por el movimiento de Singh Sabha, una corriente reformadora que se originó hace algo más de cien años que intentó encontrar nuevamente la esencia y la pureza de la enseñanza sikh, ahogada, confundida y en regresión como resultado de las adversidades y los retos como fueron el proselitismo cristiano y la educación occidental.
Gracias a sus cualidades de tenacidad y acometividad, han logrado imponerse en la India independiente. Su compromiso con la causa de la independencia de su país y su valiente contribución con la misma son reconocidas por todos los indios y se han asegurado el lugar que les corresponde en la vida nacional.





Después de esta experiencia cada vez que encuentre un sikh en algún lugar del mundo no podré refrenar un profundo sentimiento de admiración y respeto.